viernes, 14 de octubre de 2011

BUSERA

La “busera”, en Brime, no es la señora que conduce un autobús, sino el excremento de la gallina. A este arrebato vienen también  la “caganacha” y  el “cadajón”, que responden, respectivamente, a las deposiciones de la oveja y del caballo.

La RAE no recoge ninguna de las tres, aunque sí admite “cagajón” como “porción de excremento de las caballerías”.

No era extraño pisar buseras cuando íbamos a quitar los huevos recién puestos, a veces aún calientes; tampoco era extraño sortear ríos de caganachas cuando al atardecer los rebaños atravesaban con dignidad las calles de regreso al redil. Y mucho menos ayudar en la trilla recogiendo en un caldero los cadajones cada vez que el caballo se aliviaba en su incesante girar sobre la paja y el grano.

Hoy quedan pocas gallinas, las ovejas no pueden circular por el pueblo y la trilla es sólo una exhibición veraniega y ocasional, orquestada desde las asociaciones  culturales para que los niños conozcan esa emblemática labor de la agricultura de secano. La que practicaron sus bisabuelos y disfrutaron sus padres, en una época en la que ir a trillar era nuestro único tiovivo.

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